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Tres claves para entender el proceso venezolano

(15/06/03)


Editorial EL UNIVERSAL- MÉXICO
Editorial de El Universal
Domingo 15 de junio de 2003
Primera sección


MÁS allá de las sentidas palabras del presidente venezolano Hugo Chávez con las que cuenta sus personales vivencias durante el fallido golpe de Estado, la propia narración que hace de esos momentos a EL UNIVERSAL permite entresacar algunas claves para entender el proceso político que vive la patria de Bolívar.
Primeramente debe destacarse que Chávez encabeza un proyecto revolucionario que, al mismo tiempo, concita la oposición de los sectores más privilegiados de la sociedad venezolana y el apoyo de amplias capas populares. En esta dicotomía también participan las fuerzas armadas: oficiales, jefes y generales golpistas frente a oficiales, jefes y generales leales al Presidente y a la Constitución.

Esta más que obvia división de la sociedad venezolana explica tanto el fracaso del golpe de Estado de abril de 2002, como la continuidad hasta ahora de Hugo Chávez en la Presidencia. El intento golpista fracasó porque la bifurcación social y militar es tan amplia y profunda que cualquier tentativa destinada a romper el frágil equilibrio entre las dos fuerzas antagonistas sólo puede conducir a la guerra civil, precio demasiado alto que ningún sector social del país sudamericano parece decidido a pagar. Por ello, quienes desean el derrocamiento del gobierno de Hugo Chávez no tienen más remedio que estar realizando una especie de guerra de guerrillas que vaya desgastando al régimen del excoronel para ver si logran la salida de éste por la vía de un referéndum revocatorio o en el siguiente proceso electoral.

Una segunda clave para entender el proceso político que vive Venezuela es la propia figura del Presidente. Se trata, como lo revela la entrevista, de un hombre de principios, de una persona que, equivocada o no, es fiel a su modo de pensar, a sus convicciones políticas, a su compromiso con las clases sociales populares de su país. Es, además, un hombre valiente, decidido a arrostrar el sacrificio de la propia vida por el cumplimiento de lo que él entiende como sus deberes legales, éticos y políticos.

Y si bien sus detractores en Venezuela y en el extranjero han realizado ingentes esfuerzos por presentarlo ante la opinión pública internacional como una especie de loco, de satanizarlo, de desprestigiarlo, la aguda semblanza que de él hace Miguel Bonaso lo muestra como un hombre de talla política similar a la del sacrificado presidente chileno Salvador Allende.

Pero quizá la clave esencial para explicar el curso de los acontecimientos en Venezuela se encuentre en un doble fenómeno. Por una parte, la fidelidad a la Constitución de la mayor parte de las fuerzas armadas. Sin este componente habría sido imposible el sostenimiento del Presidente y de su proyecto revolucionario y popular. Hasta ahora ningún esfuerzo interno o foráneo por quebrar esa fidelidad ha dado resultado. Por otra, el hecho de que los sectores sociales que apoyan a Chávez no lo han dejado solo y han sabido salir a la calle para mostrar ese respaldo en todo momento, sobre todo en los de mayor peligro, como en las horas del fallido golpe militar de hace 14 meses.

Este doble fenómeno de lealtad militar y activo respaldo popular ha encontrado cauce en la personalidad del Presidente, quien ha sabido sostenerse firme pese a todas las presiones internas y foráneas por desestabilizar a su gobierno. Se trata de una rara conjunción histórica: un hombre carismático y de principios, un ejército cuyos mandos han sabido comportarse de manera institucional y unas clases populares de gran activismo político. En otros tiempos latinoamericanos funcionó el golpismo porque faltó alguno de esos tres componentes esenciales.





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