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ROBERTO MATTA EN EL CENTRO BORGES

(26/07/03)


Con "Obra Gráfica 1970 - 2000", el arte del chileno Roberto Matta (1911 - 2002) se exhibe por segunda vez en el Centro Cultural Borges. La primera fue hace cinco años.

Es clásica la definición de Wallance Stevens, quien imagina a la poesía como "un faisán perdiéndose en la espesura"; esta imagen rectora resulta óptima para abordar el concepto de morfología psicológica que Matta elaboró a partir de 1938, cuando ya formaba parte del grupo surrealista —Breton había adquirido dos de sus dibujos un año antes— y sigue siendo indispensable para las tardías 52 obras (litografías, serigrafías, aguafuertes, carborundum —técnica mixta sobre papel—, grabado en metal) que integran esta exposición y que fueron donadas por él al Museo de la Solidaridad Salvador Allende de Santiago.

Un texto de 1981, incluido en la muestra, oficia de declaración de principios: "Invito a quien venga a contemplar estas cosas, a participar en una experiencia única: penetrar en su propia mente, en la fantasía, en la fanta-ansia verbal. El verbo no es solamente gramatical, es también morfológico. Todo el mundo vive un vocabulario, a veces repetitivo, impuesto por la fatiga cotidiana. Debes empezar desde ahora a explotar el propio vocabulario, para consignar la cantidad de signos erróneos que afloran a tu mente. Las palabras desaparecen, de la misma manera que los pueblos se despueblan del sentido popular. (...) El cuerpo es un ojo y quien ha hecho mapamundi de la conciencia de su propio cuerpo podrá, a imagen y semblanza, hacer un mapa-cuerpo de su mundo".

Dos grandes obsesiones sirven de vertebración al itinerario de lo expuesto: sus elecciones literarias y su indeclinable compromiso político, ambas dimensiones, por completo narrativas, propulsoras de distintas experiencias de exploración gráfica (que van de lo informe al comic). En todos los ejemplos, Matta interviene la uniformidad histórica con la pluralidad de una visión autobiográfica.

Don Qui?, 15 litografías fechadas en 1985, acompañadas del manifiesto Don Quejado de las Manchas (donde se lee: "Cervantear es hacer despuntar el día de nuestros viajes, los cuales han envejecido de tantos desplazamientos inmóviles. Don Quijote es un manual para realizarlos"), constituye un capítulo intermedio en la reelaboración del mito de un personaje fundamental (iniciada en la década del setenta) de quien fuera patrono y vocal electo del Instituto Cervantes. Figuras livianas y dinámicas se suceden en un extenso relato visual, donde las siluetas mutan duplicando el efecto de lo fabuloso.

Diversamente en Verbo América, aguafuertes también datadas en 1985, donde los motivos resultan apropiaciones de textos de Martí, García Márquez, Vallejo, Mistral (quién fue una de sus primeras protectoras), Guillén y, por sobre todos, Rubén Darío, en los que la morfología del imaginario latinoamericano vuelve a centrifugarse, la misma agitación se espesa, cautiva de una gravedad discordante.

Como fue señalado con precisión por sus biógrafos, en el paréntesis de once años que estuvo ajeno al devenir del grupo surrealista de posguerra (1948-1959), Matta enlazó su estética, de una vez y para siempre, a un destino explícitamente político. Central en su arbitrio resultó el pintor Asger Jorn, miembro del grupo Cobra, quien no sólo lo contactó con los Situacionistas sino que, tiempo después adquirió gran parte de su obra gráfica para el Kunstmuseum de Silkeborg (Suecia).

Hasta el fin de sus 91 años (murió el 23 de noviembre del año pasado cerca de Roma), Matta sostuvo la necesidad de "no sólo estar con la revolución, sino de ser revolucionario". Convencido de mixturar los conceptos de revolución y revelación, sintetizó su credo en una frase: "El arte es el deseo de lo que no existe, y a la vez, la herramienta para realizar ese deseo."



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