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Paco Ignacio Taibo I comenta os cem melhores filmes

(19/01/03)


Esquina Baja
Paco Ignacio Taibo i
El Universal
Domingo 19 de enero de 2003
Cultura
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Los cien mejores



No hay nada que conlleve más riesgos que situarse en un especial momento de la historia de cualquier arte y decidir, desde ese punto de vista, cuáles fueron las cien mejores obras por los que ha pasado tal o cual película, tal o cual canción o tal o cual cuadro.

Las cien mejores obras del mundo están siendo sometidas constantemente a una serie de presiones que provienen de las modas, de los gustos, del carácter de la gente e incluso de la política que rige a las naciones.


Una de mis más frustrantes experiencias es la de contemplar lo que yo opiné sobre las cien mejores películas vistas en mi vida y compararlas con mis gustos actuales.


Incluso yo diría que las cien mejores películas para el Paco Ignacio Taibo que acababa de cumplir 30 años ya nada tienen que ver con las elegidas por el Paco Ignacio Taibo que había traspasado la frontera de los 60 años.


En todos los países se pueden encontrar este tipo de selecciones tan sometidas a criterios estéticos que el mundo ha dado por malos, incluso cabe comparar las cien mejores películas para el gusto francés de los años 50 con los mejores filmes a juicio de los críticos de nuestro tiempo.


Los años 50 llegaron cargados de sorpresas y nos mantuvieron con la boca abierta por mucho tiempo. Francia salía de una guerra y parecía haber recuperado su vigor y su buen gusto, también su capacidad creativa.


Contemplo ahora la relación de los mejores filmes de esa década que yo hice para una revista que también pasó de moda.


Diría, para ser exigente, que se salvan A bout de souffle , Godard, 1959; Los olvidados , Buñuel, 1950; Hiroshima mon amour , Renais, 1959; La strada , Fellini, 1954, y Stromboli , Rossellini, 1951.


Todas estas películas las vi en el cine Robles durante aquellos festivales memorables, sin embargo, en la mayoría de los casos no me atrevería ahora a volverlas a ver, salvo pocas excepciones.


El tiempo ha ejercido una capacidad destructora sobre ciertas películas o sobre mí mismo.


Ahora me veo obligado a considerar que tanto han cambiado las cosas que hasta el cine Robles ha dejado de ser lo que era.


De los años 50 yo señalé, por lo menos, diez películas que consideré, entonces, eternas.


Hoy comienzo a pensar que la eternidad es mucho más frágil de lo que entonces pensaba y temo que una revisión seria de mis gustos treinteañeros daría al traste con buena parte de mis preferencias.


Para confirmar esta volatilidad de los gustos sometidos al paso de los años me atrevo a decir que 20% de lo que ayer me gustó, hoy ya no me gusta.


Sin embargo, esto que me ocurre con el cine no me pasa con la escultura clásica, ni con mis canciones juveniles.


Si Miguel Ángel sigue siendo el gran Miguel Ángel y el tango sigue siendo la nostalgia que se baila, el cine ha pasado de ser un arte para toda la vida.


Acaso esto me pase porque el cine y yo aún somos demasiado jóvenes para opinar.






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