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Oscar Hahn recuerda sus encuentros con Borges y Neruda en su nuevo libro

(13/09/03)


Uno de los guardias de la cárcel de Arica levantó la voz: "Los católicos que hay aquí que levanten la mano". Era septiembre de 1973 y entre los 200 detenidos políticos se encontraba el poeta Oscar Hahn, entonces de 25 años. Después de ver algunas manos en alto, el guardia les recomendó: "Ahora empiecen a rezar, porque mañana en la madrugada los vamos a fusilar". Hahn pasó la noche en vela y, entre las imágenes de su familia, recordó estos versos: "Zumban las balas en la tarde última./ Hay viento y hay cenizas en el viento,/ se dispersan el día y la batalla/deforme, y la victoria es de los otros./ Vencen los bárbaros, los gauchos vencen".

Los versos son de Jorge Luis Borges, del Poema Conjetural. Naturalmente, esa madrugada Hahn no fue fusilado y -después de una "pateadura fenomenal"- quedó en libertad. Pero no olvida que en lugar de recordar "algún texto de mi compatriota Pablo Neruda, lo que me visitó en esas horas de espanto fueron versos de Jorge Luis Borges, es decir, del poeta a quien más de un crítico ha acusado de practicar una poesía libresca y deshumanizada, ajena a las penurias del ser humano".

Así lo cuenta en su nuevo libro, Obras Selectas, publicado por Editorial Andrés Bello, que recoge una selección de su poesía repartida en títulos como Arte de Morir, Mal de Amor, Versos Robados y Apariciones Profanas. Junto a esta antología, Hahn (1938), profesor de literatura en la Universidad de Iowa, agrega crónicas sobre sus encuentros con escritores, entre ellos Borges, Neruda, Enrique Lihn y Raymond Carver.

Y aunque de cara a la posibilidad de la muerte no recordó a Neruda, tras salir de la cárcel se enteró por TV de que el Premio Nobel había muerto. "Me pasó una cosa rara. Neruda estaba tan presente en la cultura chilena que me pareció muy sorprendente que haya muerto, porque pensaba que era inmortal. No conseguía asimilarlo".

Sin embargo, esa noticia le inspiró versos en honor al poeta, con quien Hahn había estado en varias ocasiones. "Fue muy generoso conmigo, muy paternal. Me habían dicho que era arrogante y ególatra, pero nada; era muy fraternal, muy abierto".

Años después, exiliado en Estados Unidos, conoció a Borges. "Con él hubo más distancia, tal vez por el mismo hecho de que era ciego", dice. Sin embargo, Hahn tuvo el privilegio -o el infortunio- de oír cantar a ambos. Escuchó a Neruda entonar una canción sobre la Guerra Civil Española y al autor de El Aleph, una versión musicalizada de su poema Milonga de Albornoz.

"Los dos cantaban muy mal", cuenta. "Lo que me parece increíble es esta coincidencia, que estas dos figuras, tal vez las dos más grandes de la literatura latinoamericana, hayan cantado cuando yo estaba presente. Es insólito, pero así ocurrió".

Pese a la admiración que siente por ambos, no reconoce influencias de ellos. "Quizás hay puntos de afinidad con Borges, por ejemplo, los elementos de literatura fantástica que uso en los poemas, y con Neruda tal vez el tema del amor, aunque él lo toca relacionado con la naturaleza y los poemas míos son más de dormitorio".

Hahn recuerda que cuando Neruda quiso conocer sus poemas, le llevó seis. "Me miró extrañado y me preguntó cuánto había demorado en escribirlos. Tres años, le dije. Se sorprendió y me dijo que escribiera un poema diario, como hacía él. Pero yo no puedo hacer eso, me demoro muchísimo en escribir y no tengo premura. El tenía urgencia de dar cuenta de lo que le pasaba y de lo que pasaba alrededor de él".

Borges, en cambio, comentó al escuchar su texto Noche Oscura del Ojo: "Ché, que poema tan raro".

Instalado en Iowa, Hahn tuvo la oportunidad de conocer también a Raymond Carver, antes de ser famoso, y le pronosticó un incierto futuro. Pero acaso el testimonio más conmovedor del conjunto es su recuerdo de Enrique Lihn, muerto de cáncer en 1986 y quien lo convenció de publicar su primer libro. "Enrique fue el primer escritor que me tomó en serio, que pensó que lo que hacía valía la pena". Ahora Hahn le devolverá la mano con la edición de una antología de su obra en el sello español Hiperión.



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