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A resposta dos iraquianos a Bush

(25/03/03)


Saddam apuesta ahora a una guerra de guerrillas

Es parte de su nueva táctica militar, distinta a la Guerra del Golfo de 1991. Ahora, dividió la defensa en comandos autónomos. Y busca prolongar la guerra para perjudicar políticamente a Bush.


Gustavo Sierra
Enviado Especial de Clarín a Irak.


Saddam Hussein parece haber aprendido la lección de 1991. En esta Segunda Guerra del Golfo no está cometiendo el mismo error de utilizar la táctica soviética de un comando centralizado y una defensa abierta en todo el territorio. Al contrario, concentró a sus fuerzas en dos anillos periféricos en todas las ciudades que mantienen una dura resistencia ante la invasión aliada. Y hasta ahora ha logrado impedir un avance arrasador como el que tenían planificado los estrategas del Pentágono. Claro que esta situación puede cambiar de un momento a otro, cuando los marines y la aviación estadounidenses se dispongan a usar todo su poder de fuego. Algo que hasta ahora no han hecho.

Las fuerzas iraquíes fueron descentralizadas en cuatro regiones militares con autonomía para actuar. Esto le permitió a Saddam mantener el contacto con las defensas a pesar de la destrucción que los cinco días de bombardeos le provocaron a la infraestructura política y militar de Bagdad. Su apuesta mayor es a la guerrilla urbana. La idea es esperar a que las tropas enemigas avancen hasta la periferia de la ciudad para atacarlas en las calles y los barrios. En ese momento, todo dependerá de si las milicias del partido Baaz y los 15.000 hombres de la elite de la Guardia Republicana están dispuestos a luchar hasta las últimas consecuencias como vienen prometiendo desde hace meses. Una rendición masiva de las milicias populares, a las que no se ve ni bien armadas ni adecuadamente entrenadas, sería devastadora para esa última resistencia.

Otro acierto estratégico de los generales de Saddam fue la desconcentración de su armamento pesado. En todas las ciudades donde las fuerzas de EE.UU. trataron de entrar, como Um Qasar, Nasiriya o Basora, chocaron con una dura resistencia de las unidades livianas, parapetadas entre la población urbana. Esto dificultó la intervención de los helicópteros y la artillería aliada. En Um Qasar, un puerto estratégico del Golfo Pérsico, hace cuatro días que los soldados estadounidenses y británicos han entrado en la ciudad, pero no logran terminar con los focos de resistencia.

Pero la estrategia de Saddam no se centra sólo en aspectos militares, sino que también incluye un ingrediente de fuerte tono político. Por un lado, el líder de Bagdad enarbola la bandera del anticolonialismo, que trae recuerdos a la población de la lucha contra los invasores británicos de principios del siglo pasado. Los iraquíes no han olvidado la tremenda derrota que les provocaron a los ingleses en Kut El Imara, en 1916. El ejército de Su Majestad sufrió allí la más grave pérdida de vidas humanas de toda su conquista colonial. Hubo 98.000 muertos.

Pero, además, el régimen iraquí apuesta a una guerra muy prolongada. Eso le complicaría enormemente el frente interno a George W. Bush y sus aliados más cercanos, Tony Blair y José María Aznar. "Estamos trabajando para que la guerra sea prolongada y tenga graves consecuencias para ellos", dijo directamente Saddam cuando habló ayer por la mañana a su pueblo.

La ofensiva estadounidense, por ahora, parece venir a media máquina, contradiciendo todos los planes que se habían difundido hasta el momento sobre que el avance sería envolvente "desde el norte, el sur y el este, y muy rápido". Tampoco se produjo esa lluvia de bombas que había prometido Bush. Si bien los bombardeos han sido intensos en Bagdad, Mosul y Kirkuk, no fueron hasta ahora devastadores. En la capital iraquí aún hay servicio de electricidad, agua y hasta circulan camiones de recolección de basura.

Todo dependerá de qué tipo de entrada a Bagdad están planificando los generales estadounidenses desde su cuartel central en Doha. Si va a ser a sangre y fuego con la infantería y la artillería; o si permanecerán en la periferia mientras los aviones continúan bombardeando las posiciones dentro de la ciudad hasta el cansancio. La batalla decisiva de la guerra se librará en esta milenaria ciudad. Como cuando las tropas de Alejandro Magno vinieron a conquistar la Mesopotamia.



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